miércoles, 25 de noviembre de 2009

El grupo

Más allá de la estética, el juego hipnotizante y las combinaciones eléctricas por las que se recordará a este Barça, hay una lección, una filosofía, un tópico, que está detrás de todas las acciones del equipo: el fútbol es un deporte de equipo.

Vivimos rodeados de resúmenes relámpago donde únicamente se ve al goleador y al goleado y en los que pocas veces se logra adivinar al que da la asistencia -olvidémonos de ver el pase anterior, ayer Xavi para Alves en el segundo. Ahora que los fichajes se justifican por su popularidad mediática, el número de camisetas que pueda llegar a vender, las giras veraniegas que se puedan contratar o los derechos televisivos que puedan firmarse para regiones horarias remotas. En una época donde la fama futbolística, tal y como sucede en la vida real, tiene mucho que que ver con rodajes de anuncios, novias despechadas, peinados estrambóticos, tatuajes en lugares inverosímiles y celebraciones estrafalarias pensadas para la audiencia televisiva.

En todo este magma donde lo último es el fútbol, el equipo de Guardiola es un oasis. Ayer, en una final que llegó mucho antes de lo esperado, el equipo fue el de la temporada pasada. Con Messi e Ibrahimovic en el banquillo, Eto'o y Mourinho delante, y Figo en el palco -anécdota demasiado destacada-, volvió la presión asfixiante, la combinación, los constantes cambios de posición en ataque y ese centrocampismo único que, por mucha Masía que haya detrás, va a ser difícil volver a ver. Hagámonos a la idea que la combinación Xavi-Iniesta es algo único y, probablemente, irrepetible, del mismo modo que Alemania no ha vuelto a tener un Beckenbauer, el Ajax una generación como la de los primeros 70 o Brasil no ha vuelto a reunir un centro del campo como el del 82.

Cierto que el Inter es, en cierto modo, un rival que encaja bien frente al Barça. Sin juego en el centro del campo -el último con criterio que recuerdan los interistas debe ser Pizarro-, sin defensas que saquen el balón jugado excepto Chivu -postergado a sufrir de lateral cuando su cuerpo hace años que es de central-, y con una tendencia al balonazo digna de otras épocas, el Barça recuperó numerosos balones en tres cuartos de campo contrario que permitieron crear ocasiones o enfriar el partido según el momento.

Y ahora que todos destacan a Pedro, partidazo en el que, además del casi habitual gol, por fin desbordó al rival en el uno contra uno y se soltó -el amago en banda que hizo exclamar al Camp Nou, la falta rápida de tacón-, yo quedé, otra vez, prendado de Busquets. Siempre a uno dos toques, siempre manteniendo la posición en un partido en el que era fácil envalontonarse e irse arriba, con un ojo en el pasillo que dejaba Alves, rodeado de Motta, Cambiasso y Stankovic, veteranos de mil batallas, recuperando balones y apoyando a Xavi e Iniesta para oxigenar.

Lo dicho, el equipo, el grupo, por encima de los nombres. Una lección.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Rachas y confianza

A pesar de que los resultados no son malos, una única derrota, hay algo en este Barça que no acaba de cuadrar respecto al de la pasada temporada. Por mucho que Guardiola diga que juegan mejor que el año pasado, por muchas más opciones de juego que se tengan con Ibrahimovic, por mucho que Pedro insista en marcar en todas las competiciones o Chigrinisky asome la cabeza en San Mamés mostrando sus virtudes en el pase. A nivel de resultados no acaba de encadenar las victorias. La temporada anterior, pasado el bache inicial -derrota en Numancia, empate en casa ante el Racing-, ganó los nueve partidos siguientes (de la jornada 3 a la 11); además, también encadenó diez y siete victorias consecutivas (de la jornada 13 a la 22, y de la 26 a la 37 respectivamente). Dicho así puede parecer que la conclusión es que antes el Barça lo ganaba casi todo y ahora no tanto. Y no, creo que tiene que ver con algo más intangible, la confianza.

Da la sensación que este Barça aún no se ha soltado, que aún no ha arrancado; parecía que la goleada al Zaragoza era el punto de despegue, pero el autogol en Pamplona desactivó esas sensaciones. La temporada anterior fueron los resultados los que dieron la confianza mientras el equipo se asentaba. Es imposible para los jugadores no creer después de nueve victorias consecutivas y un juego estelar. Este año es todo lo contrario, con un estilo definido y con las ideas claras, con buen juego, son los resultados los que no acaban de llegar de forma continuada, y por mucho que se crea en algo, si las cosas no salen pueden empezar las dudas. En San Mamés, el Barça pudo acabar la primera parte con un par de goles a favor, no lo hizo, marcó cuando su juego no fue tan brillante y acabó recibiendo un gol tan directo y efectivo como primitivo. Lo mismo en Pamplona, del 0-2 al 1-1 en un par de minutos; los mismo en los dos partidos ante el Rubin Kazan, palos y ocasiones pero derrota y empate.

No hay que dejar de creer, ni confiar, pero hay algo que este año no encaja. Mi teoría: más allá de que los rivales estudian y conocen al Barça (como si el año anterior no lo hubieran hecho), obviando el tópico factor suerte de que 'el balón no quiere entrar', y el hecho de la plantilla corta y las lesiones (igual de corta, con Iniesta roto cada dos por tres y sin centrales en dos finales se ganó todo), yo me agarro a algo puramente psicológico e indemostrable: este año no hay que reivindicarse, no hay que levantar la voz, únicamente mantener el nivel. Y mantener, la palabra en si, ya implica un punto de freno, de no ir a por todas, de reservarse para poder llegar a todo. No digo que sea consciente, pero sí creo que la intensidad en las acciones es un poco menor; no hablo de no meter la pierna ni similares, hablo de saber que se puede ganar la liga en Abril o Marzo, que el Mundial de Clubes es una oportunidad única, que lo importante en Champions es plantarse en octavos y que la Copa ya se irá viendo.

La temporada anterior se jugaba como si cada partido fuera el último, se marcaba el segundo y se iba a por el tercero, y después a por el cuarto. Y este año no tengo esa sensación. Seguramente este año se ha planificado la temporada para llegar a todo, mientras que la temporada pasada la idea del triplete se fue construyendo en base a los resultados y no al juego. Este año, a falta de resultados espectaculares, la idea de ganarlo todo se fundamenta en el juego, la experiencia y la obligación -¿cómo no ganarlo todo jugando así si el año pasado se consiguió?-.

Todo esto o que la temporada anterior fue tan superlativa que cualquier esfuerzo no resiste la comparación.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Drama

El Francia-Irlanda lo tuvo todo, incluido un gol para la historia que no debería haber subido al marcador. Y ahora que alguien vaya a Irlanda a explicarles el romanticismo del error y por qué eso es mucho mejor que un árbitro viendo la repetición de la jugada.

Resumen del partido, Duff y Keane aún deben estar pensando en las dos ocasiones que tuvieron mano a mano con Lloris y no supieron resolver.


pd: nos hemos quedado sin Arshavin para el Mundial 2010.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Dos meses

Esa es la sanción de la FIFA a Maradona por mandar a parte de la prensa de su país a chuparla y mamarla.

Hablemos de posibles sanciones. ¿Cuántos meses le deberían caer a Marca por la campaña de acoso y derribo a Pellegrini? ¿Y a los Manolos de Cuatro por la infecta entrevista de la semana pasada a Florentino Pérez? ¿Y a la Sexta por la adulación sin mesura del mismo Florentino? ¿Alguien recuerda cómo se trató a Clemente o Luís Aragonés mientras fueron selecionadores? ¿Alguien escucha el Carrusel o el Larguero?

Sancionar a Maradona es fácil, siempre ha hecho las cosas así, a las bravas, da igual si hay que dejar atrás a cinco ingleses, justificar un gol ilegal poniendo a Dios de por medio, ganar dos scudettos, una UEFA y un Mundial rodeado de jugadores mediocres, drogarse, renacer, volver a las andadas, engordar, enfermar, tatuarse, apoyar dictadores, rehabilitarse... Todavía sonrío cuando la prensa se echó las manos a la cabeza después de las palabras de Maradona, ¿qué esperaban? El papel de víctima por parte de los periodistas es, cuanto menos, patético, cuando algunos de ellos dan cera indiscriminadamente, un día encumbran y al siguiente denostan sin ningún tipo de argumento sólido, se dedican en muchos casos a difamar con detalles de la vida privada de los jugadores y entrenadores, reclaman sus despidos y destituciones y luego patalean cuando no les conceden una entrevista o no quieren hablar con ellos. Eso sí, todo esto únicamente sucede cuando se pierden partidos, cuando se ganan el escenario se convierte en alabanza desproporcionada y ridícula.

Pero hablemos también de fútbol, deporte callejero y de orígenes humildes, al que muchos deben una vida que de lo contrario hubiera acabado de mala manera, en el que la trampa y la picardía se aplauden si favorece los intereses propios, un deporte que se niega a solucionar males endémicos porque se perdería el romanticismo -algunos consideran un gol fantasma no concedido algo que debe mantenerse-. ¿Nos hemos parado a pensar quién habita este ecosistema? ¿Cuántos presidentes han tenido que comparecer ante la justicia? ¿Cuántos jugadores han acabado arruinados después de haber cobrado fortunas? ¿Cuántos periodistas han acabado al lado de los que criticaban? ¿En serio alguien espera grandes declaraciones de principios y opiniones razonadas?

Y hablemos también de la gente, seguidores, aficionados y socios de los clubes. Los mismos que aplauden a su equipo, jugadores y entrenador, según el marcador y no el juego, que un día van al aeropuerto a recibir a sus héroes y al siguiente les apedrean el autocar, que celebra el cuento de los suyos para perder tiempo pero se enerva cuando es el rival el que lo hace, los que justifican entradas duras porque ya se sabe, esto es un juego de hombres, que desean la muerte del rival con alegres cánticos, que compran periódicos, escuchan emisoras y ven canales únicamente para que leer, oír y ver lo que quieren leer, oír y ver. Somos nosotros, seguramente, los principales culpables, porque sin nosotros, meros consumidores, el negocio sería mucho menor.

Pero aún así, sería deseable que la prensa deportiva fuera más respetuosa, que existiera la tertulia sosegada en lugar del fanatismo y el exabrupto continuado, que hubiera cierta imparcialidad de los que hablan respecto a los intereses económicos de sus grupos mediáticos, entonces, y sólo entonces, a lo mejor podrían indignarse cuando alguien, después de una situación de máxima tensión, los manda a chuparla.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Ganar un Mundial

Después del partido del Sábado España sigue siendo favorita para el Mundial 2010 y Argentina sigue donde estaba cuando se clasificó, en tierra de nadie. 'La roja' sigue a lo suyo, fiel a su reciente estilo, y viendo que Argentina se tomó el partido como si fuera de competición, sirvió un poco para medir a la selección ante un rival 'mundialista' -selección bi-campeona, siempre entre los favoritos y con jugadores experimentados y de primer nivel-; un partido que, en cierto modo, compensó el no enfrentarse a Brasil en la final de la Copa Confederaciones.
Superado el envite es imposible no hacer cábalas de si se puede o no se puede ganar el Mundial. Está claro que por juego se puede (y casi se debe) ganar el torneo. Nadie juega así a nivel de selecciones. El problema viene cuando se piensa qué supone ganar un Mundial y quién los ha ganado en los últimos años.

Un Mundial son siete partidos. En el peor de los casos se puede ganar con una única victoria y empatando el resto, un gol a favor y ninguno en contra. También se puede deslumbrar con el juego y acabar perdiendo. Se puede hacer una primera fase primorosa y caer por accidente en octavos, dejando regusto a fracaso. Un Mundial es una racha, buena o mala, pero no da para más. Dicho esto un repaso rápido de las últimas finales.

1990: Alemania-Argentina, 1-0, partido soporífero, con poco fútbol y penalty polémico. Alemania fue de más a mucho menos y llegó más que justa a la final, penalties ante Inglaterra en las semis. Argentina empezó más que mal, derrota ante Camerún, y siguió mal todo el campeonato, pero por el camino derrotó a Brasil y a la anfitriona Italia, superó cuartos y semis por penalties.

1994: Brasil-Italia, 0-0, si la final del 90 fue mala, la del 94 tuvo el honor de ser la primera que se decidía por penalties. Brasil hizo el torneo a velocidad de crucero, sin deslumbrar, y dejando que Romario y Bebeto fueran sentenciando partidos. Italia pasó a octavos en un grupo en el que todos los equipos acabaron con 4 puntos, apuró una prórroga ante Nigeria y ganó a España en el último minuto.

1998: Francia-Brasil, 3-0, la final del ataque de Ronaldo. Francia jugó a poco, Zidane se expulsó ante Arabia Saudí, ganaron con gol de oro a Paraguay en octavos, penalties ante Italia en cuartos y Thuram tuvo que marcar dos goles ante Croacia en semis para llegar a la final. Brasil otra vez a hizo un Mundial a ritmo y con Ronaldo de estrella rutilante, en semis eliminó a Holanda en los penalties.

2002: Brasil-Alemania, 2-0, seguramente la final más entretenida, en la que Alemania jugó bastante mejor que Brasil (o eso me recuerda mi memoria, con un Schneider que por momentos parecía Haessler redivivo). Alemania llegó a la final ganando octavos, cuartos y semis por 1-0, Brasil tuvo que remontar a Inglaterra en cuartos y ganó por la mínima en semis a Turquía. De nuevo Brasil agarrada a su goleador, Ronaldo, y a Rivaldo, bastante olvidado por todos.

2006: Italia-Francia, 1-1, otra final por penalties, otra vez Italia de menos a más, prórroga sublime ante Alemania en semis, pero amarrando como casi siempre, penalty en el último minuto ante Australia en octavos y mucha polémica en pleno Moggigate. Francia igual, sufriendo para clasificarse, ganando por la mínima a España y Brasil, y marcando en semis y final de penalty.

Visto el panorama es preferible llegar jugando bien, con la ideas claras y con muchas victorias a la espalda, además de ser el reciente campeón de la Eurocopa, pero eso no garantiza absolutamente nada, es más, casi parece contraproducente. Lo digo porque después de ganar a Argentina algunos parecen estar levantando la Copa, como si USA no hubiera eliminado a España de la Copa Confederaciones hace cuatro meses.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Un partido de quince días

Dentro de unos años me gustaría saber qué partido explicarán los jugadores del Alcorcón a sus hijos o nietos. El primero, la goleada que todos recordarán, o el haber salido del Bernabéu clasificados y habiendo perdido por un único gol marcado en el minuto 82.
Accidentes y sorpresas en el fútbol, y en la vida, los hay continuamente. Equipos pequeños que pueden con los grandes, días nefastos en que un jugador fiable se descompone presa de los nervios, eliminaciones inesperadas del que parecía que lo tenía hecho, actuaciones decepcionantes del que se espera todo. En ese guión entra el 4-0 de la ida, memorable e inesperado, pero no imposible. Soy de los que creía que, superado el golpe, en la vuelta el Real Madrid tendría suficiente con una parte, que el miedo escénico, la prensa y un campo prácticamente lleno servirían para volver a la lógica, la que suele imponer el talento y el dinero sobre un campo de fútbol. Resultó que no, ni siquiera hizo falta un partido épico, de los de achicar balones y encerrarse atrás. El Alcorcón hizo lo que muchos equipos de primer nivel no han conseguido, salir a defender un resultado a favor jugando al fútbol, sin encerrarse atrás y sin pasar gran parte de los apuros que muchos pensábamos que iban a sufrir. Y ahí es donde veo el verdadero mérito, porque en el segundo partido ya no había factor sorpresa. Hubo tiempo para que el Real Madrid estudiara el partido anterior y el rival, el mismo tiempo que tuvieron los jugadores del Alcorcón para dudar de si mismos, para creer que el 4-0 había sido un día feliz, para emborracharse de éxito, portadas y entrevistas, para pensar que sería una lástima que después de ese día de gloria al final no pasaran ronda pero que lo importante ya estaba hecho. Tuvieron quince días para dudar de todo y no lo hicieron. Por eso creo que, de explicar uno de los dos partidos, yo contaría el segundo, porque duró quince días y el Alcorcón aguantó.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Todo bien

Las últimas pausas en el blog tienen varios motivos: mucho trabajo, poco tiempo libre, vacaciones, pocas ocasiones de ver fútbol en directo (cosas del panorama audiovisual autóctono), y cierto replanteamiento de cómo debería funcionar este blog, además de la pendiente renovación estética del mismo.
No me gustaría dejarlo aunque últimamente me cuesta ponerme a ello. Este blog empezó en Enero de 2006, con la eclosión de Messi, un Barça que deslumbraba, un Ronaldinho estelar y una selección de Brasil a la que quien más quien menos daba vencedora del Mundial de Alemania a ritmo de samba (recordar que juntaban en el once titular a Ronaldo, Ronaldinho, Adriano y Kaká, todos en buena forma). El jogo bonito estaba en boca de todos y parecía que con bajar del autocar y poner la calidad ya estaba todo hecho; no era así, nunca ha sido así, pero lo pareció. Italia ganó un Mundial cuando en su país bajaban a la Juve a segunda y Zidane decidió despedirse con un penalty a lo Panenka y un cabezazo a Materazzi, una suerte de Dr Jekyll y Mr Hyde más que lograda.
El Barça se hundió en dos años y Ronaldinho se dio de baja como mejor jugador del mundo. Poco a poco el Manchester United cogió el relevo, pero le añadió la casta que se le supone a todo equipo inglés; Cristiano Ronaldo explotó, dejó de ser un jugador individualista para convertirse en un jugador total, sumó a su talento innato el caracter de los Rooney, Scholes y compañía. Se impuso un juego técnico, rápido y agresivo, tanto en ataque como en defensa, fútbol que parecía de otra época, casi en blanco y negro, con alineaciones en las que podían coincidir Ronaldo, Rooney, Tévez, Giggs y Nani. Después de dos Premier y una Champions ganadas por los red devils apareció España 08; si todos daban por segura la victoria de Brasil en 2006 nadie, absolutamente nadie, apostaba por España en la Eurocopa después de dos años de darle cera a Luís Aragonés (y eso lo hicimos todos sin excepción).
Y ahí apareció España y destrozó varias cosas que hasta el momento parecían axiomas inamovibles: se puede ganar con un equipo de jugadores pequeños, se pueden recuperar balones sin necesidad de dobles y triples pivotes o mediocentros incapaces de desplazar el balón, se puede ganar sin un líder nato, se puede ganar con jugadores jóvenes, se puede ganar un gran torneo de selecciones jugando bien, apostando por la técnica pero sin olvidar el sacrificio colectivo. El grupo se impuso sobre las individualidades, el vestuario permaneció unido, los jugadores españoles se lo creyeron y España ganó como ninguna selección había ganado una Eurocopa, con una superioridad sorprendente.
Mientras, Cesc Fàbregas y Fernando Torres crecieron en las islas; el primero ya es el capitán del Arsenal y su evolución en los últimos tres años ha sido fulgurante, de jugador eminentemente técnico a un todoterreno que ataca, defiende, recupera, manda y, a rachas, golea. El caso del madrileño aún ha sido más meteórico, de eterno discutido y admirado a partes iguales en el Atlético a ídolo de Anfield en sólo un año; los que decían que no era goleador tuvieron que callar, los que le criticaban cierta indolencia vieron como buscaba un balón imposible y superaba a Lahm y Lehman en el gol definitivo de la final de la Eurocopa. Ambos mejoran día a día, ambos van paso a paso, y ambos están haciendo algo que parecía reservado a las estrellas que aterrizaban en España: tirar del carro de sus equipos.
Y de esa España 2008 pasamos al Barça de Guardiola, que en apenas un par de meses ensambló un máquina casi perfecta, mezcla de fútbol total de la escuela holandesa, presión estilo Sacchi y momentos puntuales de Cruyffismo (la suerte inesperada, el subir jugadores del segundo equipo, Touré de central en dos finales), además del talento innato de algunos de sus jugadores, muchos de ellos producto de la cantera. La historia acabó como casi nunca acaban las historias de los que juegan bien, ganándolo todo y dejando para el recuerdo partidos y momentos memorables. Eso y un Messi que durante muchos meses fue un jugador imparable, que dejaba atrás a los defensas como si de un videojuego se tratara y con un facilidad para el gol pocas veces vista en alguien que no es un nueve.
Por el camino también hay que destacar a Tévez, Villa, Alves, Ibrahimovic, Henry, Agüero, Huntelaar, Deco, Eto'o, Ribéry, Sneijder, Robben, Xavi, Iniesta, Silva, los petrodólares sin Champions del Chelsea de Abrahamovic, los petrodólares del City sin resultado, Drogba, Robinho, Van Nistelrooy, Sneijder, Benzema, Juninho, Gerrard y muchos más que me dejo.
Y el fútbol sigue, el Arsenal continua siendo de visión obligada en sus dos versiones, Premier y Carling, los Ramsey, Wilshere, Vela y Mérida por un lado, los Cesc, Nasri, Van Persie, Arshavin, Rosicky, Denilson y Walcott por el otro, y en medio Wenger y su filosofía pétrea. El Barça sigue fiel a su estilo y pata acentuar el contraste volvió Florentino y calcó su propio modelo. Visto así el fútbol en estos últimos cuatro años ha sido apasionante, y todo culminará, como cada cuatro años, con el Mundial.
Lo dicho, seguiré por aquí, a ver con qué frecuencia y de qué forma.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Baresi despelleja a Ramos

El resto de la entrevista, altamente recomendable, aquí.

P. ¿Qué otro problema detecta?
R. La plantilla no está muy bien construida. Le faltan algunas cosas para ser un superequipo... Atrás, los dos centrales no son malos. Pero los laterales... Yo veo todos los partidos del Madrid y Ramos es un desastre. Quizás sea un poco presuntuoso. No se da cuenta de lo que sucede en el campo. Ni defiende ni ataca. Tal vez esté pagando los desequilibrios del equipo en esa banda, en donde no hay ni extremo ni interior. En cualquier caso, como central me gustaba más. En la banda no defiende nunca. Es un punto débil. Ronaldinho lo aprovechó en el partido de ida. Marcelo también tiene dificultad para defender, por su mentalidad, pero al menos ataca con naturalidad.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Deco, Drogba, Berbatov y TV Golo

Dos apariciones del portugués en una semana, el recorte en seco es de museo, lo hace sin esfuerzo, y después pum, con suavidad.


Encaje de bolillos del Chelsea, pecho, taconazo y gol de Drogba (y yo que pensaba que el año pasado estaban de final de ciclo...)


Berbatov, clase a borbotones, control y media vuelta, gol abrelatas.


El Top de TV Golo; algunos ya salieron por aquí; cada vez que veo el de Sugimoto (el segundo) pienso en Campeones.