Yo tampoco dimitiría

Primero, porque la coincidencia de opiniones en todos los medios de comunicación me parece, como mínimo, sospechosa, eso sin contar la caza de brujas o circo romano que se está montando, que cada uno elija el género que más le va. Segundo, porque no me gustaría ser el presidente que más que ganar la segunda Champions, se va siendo el que deshizo el equipo en dos años de dejadez y autocomplacencia. Tercero, porque me entra la risa floja cada vez que leo que esta es la peor crisis de la historia del Barça. Cuarto porque vaya usted a saber, igual la pelota empieza a entrar desde el primer día, esto es una balsa de aceite y la gloria se la lleva el que llega. Que no, que tanto da salir ahora como en Diciembre, no hay ninguna diferencia. ¿Qué no? Ahí está Calderón, presidente bajo sospecha desde el primer día al que le cayeron palos día sí día también hasta que la pelota empezó a entrar. No ha habido personaje más pintoresco, capaz de prometer Kakás y Fàbregas y fichar Diarrás. Pero ahí lo tienen, año y medio de paz porque la pelota no ha dejado de entrar en Liga; incluso nos les ha importado caer en Champions a las primeras de cambio y perder la ocasión de jugar la Final Four de la Euroliga en casa. Que esa es otra, las secciones. Cuando el fútbol funciona nadie se acuerda de las secciones; cuando el fútbol falla se convierten en arma arrojadiza. En eso también puede que a la pelota le de por entrar, se ha fichado bien y parece que vuelve a haber estructura.
Que no que no, que empiece a rodar la pelotita y luego hablamos. No vaya a ser que este año le de por entrar.