Seis

Antes las goleadas lo eran a partir de cuatro goles. Se fue imponiendo la defensa sobre el ataque, los jugadores se volvieron tácticos en vez de técnicos y los tres goles empezaron a ser sinónimo de goleada. Al segundo se le ha llamado siempre el de la tranquilidad, aunque el miedo que impuso que el tercero ya fuera goleada también cree que el de la tranquilidad de verdad es el tercero. Vamos, que el tercero golea y da tranquilidad, como un detergente que limpia y da esplendor. El primero es el que abre la lata, el difícil, el que obliga al equipo contrario a abrirse y dejar espacios. A todo esto el segundo no tiene muy claro su papel, depende del momento en que lo marquen. Si es al principio va camino de goleada, pero si se relajan da pie a la remontada, mientras que si es al final entonces sí, vuelve a ser el de la tranquilidad. Estos son los normales.
El cinco tiene mucho significado, sobre todo para algunos. La manita. El principio de la humillación. Después del cuarto te han metido el quinto pero ahí se paran, aunque seguramente podrían marcar uno o dos más si se pusieran a ello. Pero no, lo dejan ahí, un número redondo, cinco. Por eso, el seis y el siete son pura mala leche. Son ganas de destrozar al rival para que no se levante (muy adecuados en eliminatoria a doble partido, por si acaso). Total, que el Madrid encajo seis goles de un equipo alegre que le marcó cuatro al Barça y lo eliminó, que el domingo le marcó cuatro al Betis en 22 minutos y que tiene un fenómeno como Diego Milito, puro delantero argentino de la escuela Valdano-Crespo, esto es que sabe leer la jugada y marcar goles de todas las formas y colores. Los merengues tienes dos clavos a los que agarrarse: el Zaragoza les metió cinco en el Bernabeu el año que ganaron la Champions contra el Valencia, y Juanito decía que "90 minuti en el Bernabeu son molto longui", aunque aquella vez no había que remontar seis.

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