Puskas

Poco más se puede escribir sobre la muerte de Puskas. Editorial de El País, artículo de El País, artículo del ABC.

Por lo que a mi respecta, crecí oyendo los nombres de Czibor, Kocsis y Kubala en cenas familiares como nostalgia de un gran Barça. Después oí hablar del equipo húngaro y de la maldición del Wankdorf Stadium, donde Kocsis y Czibor habían perdido la final del 54 ante Alemania -con un tal Puskas que jugó lesionado- y después 'la final de los palos cuadrados' ante el Benfica. Todo en blanco y negro y siempre con la política de fondo. Así que poco a poco, a través de la relación entre el Barça y algunos de aquellos jugadores, llegué al 3-6 de Wembley. Luego a la revancha en Hungría, el 7-1. Más adelante el 7-3 del Madrid al Eintracht en la final de la Copa de Europa -la quinta-, con cuatro goles de Puskas.

Para los que no lo vimos en directo, cuesta creer que un equipo pudiera suponer una revolución y pasar por encima de los rivales como una apisonadora. La superioridad en algunos de los vídeos es aplastante, como si jugaran contra niños. Se dice que este equipo húngaro y el Brasil del 70 han sido las dos mejores selecciones de la historia; casualmente, ambas lo fiaban todo a la técnica.

Resumen del 3-6 en Wembley, con Puskas, el número 10, haciendo toquecitos antes del saque inicial y marcando uno de sus goles más conocidos, escondiendo el balón y dejando pasar al defensa. Por la reacción del comentarista y el público, da la impresión que hasta ese momento a nadie se le había ocurrido hacer nada parecido.


La revancha, el 7-1 a Inglaterra en Hungría.


La final de la Copa de Europa es cosa de la BBC y en YouTube la han quitado.