La leí ayer noche,
una de las entrevistas más tensas y sinceras en esto del fútbol que recuerdo. El que contesta es Baraja.
Me chocó ver como, aislando las siguientes preguntas y respuestas, se podría aplicar el mismo patrón a todos los equipos que vienen de un ciclo ganador.
R. El Valencia tocó techo en 2004, cuando llegó a ser el mejor equipo del mundo. Es evidente que, reconstruyendo el equipo a mitad de curso, nos habremos equivocado, pero no soy nadie para juzgarlo.
P. Si tuviera que dar un consejo a un futbolista novato...
R. El hambre. Esa pasión.
P. ¿La ha perdido el Valencia?
R. Inconscientemente, sí; es inevitable. Entras en una serie de vicios ocultos y no aportas lo que puedes.
¿No hay remedio para evitar un bache después de las victorias? ¿No se puede acometer una renovación de plantilla aunque se venga de ganar un título? ¿Es imposible mantener el hambre de victoria de un colectivo? ¿De verdad los triunfos saturan?
El otro día, en el documental que emitía el Plus sobre Zidane, Lippi decía que la gasolina de los últimos años de Zidane era conseguir la Champions; que de haberla conseguido antes puede que se hubiera relajado, que no hubiera llegado a ser tan grande.