Entiendo la clase media de un equipo como aquellos jugadores sin aureola de crack (pasado, presente o futuro), con posiciones básicas que no salen en los resúmenes, que no pueden fallar y que, cuando lo hacen, el equipo hace aguas. También son aquellos que surgen cuando van mal dadas, que aportan una dosis de carácter extra, los que el rival no espera y los que salen del banquillo para aportar soluciones cuando todo se atasca. Los hay polivalentes y los hay especialistas. Desde 1990, el Barça ha tenido algunos jugadores de 'clase media' de lujo: Amor, Bakero, Txiki, Nadal, Eusebio, Popescu, Blanc, Cocu, Ronald de Boer, Julio Salinas, Iván Iglesias, Larsson, Iniesta (en sus inicios), Celades, Roger, Oscar García, Pizzi, Luis Enrique, Giuly, Davids, Luís García, Sylvinho, Van Bronckhorst, Belletti, Márquez y alguno más que me debo dejar. Sin clase media es imposible ganar títulos.
Entiendo que la clase media del Barça actual (sin contar las nuevas incorporaciones, de las que ya hablé), la formarían Gudjohnsen, Zambrotta, Sylvinho, Edmílson, Márquez, Oleguer, Thuram y Ezquerro (a Deco me lo guardo para otro post). Vamos a ello.
Gudjhonsen: otro que ya fichó mal; venía a sustituir a Larsson para dar descanso y suplir a Eto'o. Ni era nueve, ni lo es ahora ni lo será; en el Chelsea jugaba en el medio campo, presionando la salida del balón e incorporándose al ataque como segunda línea sin apenas participación. Pero jugar de nueve en el Barça, sin espacios y sin saber jugar de espaldas era poco menos que una condena para él. Tuvo la mala suerte de tener que salir a la palestra por la lesión del camerunés y ahí quien más quien menos ya vió que no, que el islandés no era Larsson. Esta temporada debía ser la de su recolocación-adaptación al centro del campo, pero con el 4-3-3 no hay sitio para él. Doce millones pagados al Chelsea para un jugador que en dos años no ha encajado en el sistema, ha perdido la confianza de todos y lo que es peor, en si mismo.
Zambrotta: cuando estaba en la Juve era uno de esos jugadores que a ningún entrenador le hubiera importado tener en su equipo. Jugaba por las dos bandas, de centrocampista, de lateral o de carrilero, tenía toque de balón y actitud defensiva. Aterrizó aquí y se le olvidó todo. En
RAC1 hablan del gemelo malo de Zambrotta porque no es ni la sombra de lo que fue en la Juve. Será la edad, el sistema ofensivo, que el rival lo encare una vez tras otra, la mala forma física, las constantes mini lesiones o la apatía generalizada, pero jugar con él es tener un agujero en la defensa. Por arriba se lo comen siempre y es especialista en llegar tarde a todo, tanto en ataque como en defensa.
Sylvinho: de los pocos que se salvan, aunque la llegada de Abidal ha hecho que juegue muy poco. Conocedor del sistema de juego, suele interpretar lo que necesita de él el equipo y los compañeros. Se entiende bien con casi todos, no hace errores de bulto, mantiene la posición la mayoría de las veces y centra con precisión. Seguramente no está para jugar una temporada completa pero sí podía haber jugado y aportado más al equipo.
Edmílson: lo mismo que el año pasado, lentitud exasperante en todo lo que hace. No le niego el toque de balón, pero el brasileño se recrea en una zona en la que los rivales presionan a conciencia. No se impone defensivamente, pierde balones importantes y ni siquiera sirve para defender jugadas aéreas. Este año, al menos, no ha habido que sufrirlo de central, donde provocaba taquicardias incontroladas.
Márquez: si se mira con frialdad, Márquez ha hecho un año y medio bueno en el Barça; el resto han sido lesiones y falta de compromiso. Los dos años de los títulos jugó bien de central y medio centro, pero a partir de ahí ha ido bajando su nivel alarmantemente. Sigue conservando la salida en largo del balón, pero todo lo demás ha decrecido junto con el equipo. Superado físicamente por cualquier rival, mal colocado, inseguro y, lo que es peor, con poca autoridad sobre los compañeros. Aún así, cuando juega él el equipo lo agradece.
Oleguer: se ha pasado casi todo el año lesionado, lo que no quita que siga siendo de los más flojos del equipo. Mientras se presionaba en bloque, juntaban líneas y los rivales llegaban poco, Oleguer pasaba por ser un defensa sobrio y con pocos fallos. A la que el equipo flojea, se le ven las costuras en velocidad, marcaje, salida del balón, uno contra uno e incorporación al ataque. Si encima Rijkaard lo pone de lateral entonces el festival ya es completo.
Thuram: fichar un jugador que lo ha ganado todo y en vías de jubilación no parece una gran idea; si se ficha porque el club de origen baja a segunda significa que no entraba en tus planes, pero como estaba de oferta lo fichaste, lo cual no hace más que empeorar las cosas. Lo que se vendió como un fichaje que aportaba experiencia y compromiso no ha servido para nada. Ni ha mejorado el juego aéreo ni la defensa en general, más bien ha ayudado a acelerar el bajón del equipo. Los años en Italia y en una selección francesa amarrategui le han dejado un poso de ir reculando mientras el rival se acerca que han perjudicado al equipo. Sumemos la nula salida de balón y ahí está, más entrevistado por su compromiso intelectual que por sus actuaciones.
Ezquerro: alguien que elige vivir el declive de un grande desde la grada en vez de volver a su club de origen para jugar minutos tiene que hacérselo mirar. El que lo fichó también.