Camino del pasillo III (los fichajes)

En concreto los tres fichajes que tenían que cambiar la dinámica del equipo: Gabi Milito, Abidal y Touré Yaya traían hambre de títulos, seriedad, compromiso, despliegue físico y la ilusión de jugar en un grande de Europa. Durante un instante parecía que ellos tres podrían cambiar el rumbo de un equipo que llevaba un año a la deriva. Ninguno de los tres ha conseguido nada destacable y empezaron mucho mejor de lo que están acabando.

El gran problema de estos fichajes, y creo que lo dije en su día -si supiera un poco de código y pudiera activar la búsqueda en el blog lo linkaría-, es que ninguno encajaba con la filosofía Barça. ¿Cuando ha sido admirado un medio centro destructor en el Camp Nou? ¿Y un central marcador que no fuera Puyol -me refiero a los últimos años-? ¿Y un lateral exclusivamente defensivo? Una cosa es que la afición, después de regalar una liga, quisiera un plus de garra, y otra muy distinta tratar de encajar un estilo de jugador en un esquema que prima virtudes antagónicas.

Gabi Milito: fue un fichaje que ya venía torcido, el Barça estaba entre él y Chivu, dos defensas que no pueden ser más diferentes. Cada uno responde a un estilo de juego muy concreto y el preferido no era el argentino. El rumano ofrece salida del balón en largo -Márquez es propenso a lesiones estúpidas y largas- y polivalencia, ya que puede jugar en el medio centro, en el lateral o de central zurdo. Al final, por temas económicos más que futbolísticos, el que se ficha es Milito. No es un mal fichaje aunque no deja de ser la segunda opción, pero además de no ofrecer salida del balón tiene un defecto mucho peor, sobre todo para este Barça, y es que no es un defensa al que le guste jugar adelantado. Vamos, que no es Baresi marcando la línea -aunque tampoco llega a los niveles de defensa-cangrejo de Cannavaro-. Resultado: si al equipo ya le costaba presionar y juntar líneas, Milito no ayuda a tirar la defensa hacia delante. Por lo demás correcto, ni más ni menos de lo que se espera de un central marcador.

Abidal: su inicio de temporada fulgurante, en lo físico que no en lo futbolístico, deslumbró a todos. Por la banda izquierda no pasaba nadie. La parte mala es que apenas se incorpora al ataque y en el sistema Rijkaardiano, que los laterales doblen a los jugadores de banda es un axioma. Todo el que ha jugado en banda izquierda este año -Ronnie, Henry, Iniesta- se ha visto frente a dos defensas y sin salida. Allí donde Gio y Sylvinho -el único del equipo capaz de centrar decentemente- creaban dudas, desconcierto y superioridad, Abidal no ha aportado nada. De paso, y detectado el problema, habría que preguntarle al entrenador por qué Abidal no ha jugado de central cuando ha habido problemas de lesiones -y ha tenido que jugar Thuram (sin comentarios)-; en la selección francesa no tienen quejas del jugador en su versión centro-de-la-defensa. Ahora que el físico no le acompaña se ha convertido en un coladero y un hacedor de penalties inútiles excelso.

Touré Yayá: llegó como el salvador del medio campo; el hombre que iba a permitir el lucimiento de los galáct... perdón, fantásticos; el jugador que iba a tapar todos los agujeros del centro del campo, aunque jugaran los pequeños y los cuatro genios en bloque -es de risa pensar en las elucubraciones de inicios de temporada, ¿jugarán los cuatro arriba? ¿4-2-4 o 3-4-3 ahora que hay jugadores físicos? ¿la liga se habrá ganado a principios de Abril o le damos emoción al campeonato?, en fin...- Si el aspecto físico imponente no era suficiente, en YouTube corrían cabalgadas descomunales en el Mónaco, un par de goles desde fuera del área y algún remate contundente. Más de uno pensó que estábamos ante el cruce de un Vieria redivivo, un Makelele con diez años menos y, puestos a pedir, una visión de juego y toque del balón impropias del tópico y típico medio centro peleón -mientras, el Sevilla fichaba a Keita-. Un Gamper impresionante (un día habrá que hablar del daño que hacen lo Gampers contra el Inter en las expectativas blaugranas, de Nano a Giovani pasando por Touré) y un par de chutes a reventar al inicio de la temporada reafirmaron a los visionarios, mientras que el resto de partidos pusieron al jugador en su sitio: un buen medio centro siempre y cuando esté rodeado por un centro del campo que lo arrope, defensiva y ofensivamente. Él sólo no puede arreglar nada; entrega y sacrificio, como está demostrando este tramo final con su hernia a cuestas. Tampoco le favorece formar parte de un centro del campo que, cuando se alinean los planetas, hace correr el balón al primer toque de forma rápida. Lo suyo es tocarla dos o tres veces, avanzar unos metros, no verlo claro y darla en horizontal o hacia atrás. Eso, en la posición de Guardiola, es poco menos que pecado capital.